Escribir unas líneas de recomendación en algunas redes sociales o validar algunas actitudes expuestas de forma aleatoria en un perfil, sinceramente me parece un ejercicio lleno de cierta hipocresía. Ni para el receptor de la recomendación, ni para el que la redacta creo que tenga un valor muy alto. En ocasiones, cuando accedes a redactar una recomendación para alguien que ha coincidió contigo en un proyecto, esperas que él o ella te corresponda de idéntica forma. Como el famoso “followBack”.
Hace tiempo, en una conferencia sobre el uso de Internet para la búsqueda de empleo, oí un comentario sobre una de esas redes profesionales donde se practican las recomendaciones online: “No hay nada más falso que una recomendación en LinkedIn”. Aquí lo dejo, no pretendo afirmar que esta sea la norma, solo piensa por un instante en todas las que has redactado o en las que has recibido.
La importancia de una recomendación sincera.
Sin embargo, puedo contar una excepción que confirma esta regla, y que se produjo en el entorno offline. Después de anunciar su marcha de la empresa, una compañera me pidió que le redactara una carta de recomendación, a lo que accedí de muy buen grado.
Según iba avanzando en la escritura de esas líneas que podrían ayudar a mi ya excompañera en la consecución de un nuevo reto profesional, me di cuenta de que esa persona se iba haciendo más y más cercana, como más tangible, más real. Cuando terminé, y releí el texto para confirmar que estaba bien, descubrí que había escrito más sobre una amiga que sobre su parte profesional. Lo que me generó la duda de si sería creíble cuando lo leyese otro profesional que no nos conocía a ninguno de los dos.
Eso me hizo pensar en como describir a ciertas personas y a esa cualidad que las hace diferentes, aunque esa diferencia no es visible en su entorno, siendo totalmente invisible para quien no las conoce. Por eso dudé de la recomendación que escribí para mi compañera.
Aspirar a liderar con eficacia: El control de las buenas relaciones online.
Personas que en ocasiones se cruzan en tu camino y dejan una huella especial. Que tienen la capacidad de acercarse a los demás sin ser descubiertas, algo así como los soldados de elite, pero sin necesidad de usar métodos de camuflaje. Y a diferencia de estos, no con el objetivo de atacar o tomar una posición, sino para poder entender mejor a su interlocutor. Sin ningún condicionante.
Si lo trasladamos a la Gestión de personas, nos encontramos con una cualidad que puede ser de mucho interés para cualquier líder. Es una de las claves que puedes usar a la hora de trabajar con tu equipo: Desarrollar la capacidad de acercarte a las personas sin que estás tengan la sensación de ser interrogadas, sin sentir que están siendo controladas, sin invadir su zona de pensamiento o sus sentimientos. Eso sí, sin albergar la creencia de la manipulación.
Desarrollar esta capacidad, que podríamos llamar “Inteligencia Cercana”, es muy atractivo para cualquier directivo en momentos en los que se puede atacar la reputación de una persona en menos de 30 segundos.
Es interesante para moverte en el mundo virtual, con rapidez, con eficacia, sin molestar, pero siendo visto, percibiendo los matices que te interesen. Ser agresivo, descarado, impertinente, puede ser fácil. Ser cauto, integrador, orientador, mentor, no lo es tanto.
Inteligencia Cercana: Cualidad de moverte en el mundo virtual, con rapidez, con eficacia, sin molestar, pero siendo visto, percibiendo los matices que te interesen.
Pon tus neuronas a trabajar, piensa cómo puedes conectar con los demás en un mundo donde lo que ahora importa, seguramente dentro de unos días estará pasado de moda o no tendrá el más mínimo interés.
Crea vínculos afectivos para que tu proximidad sea efectiva pero no molesta, porque seguramente eso nunca pasará de moda, será útil.
