Toda empresa tiene su propio ecosistema, que no es un lugar delimitado físicamente, que contenga unas determinadas especies o que se diferencie por alguna característica especial. Simplemente es el espacio que la organización ha creado en la sociedad que le rodea y sobre el que impacta de forma directa.
Este espacio de influencia tiene 2 características básicas para todas las empresas.
- Existe, aunque no quieras, incluso siendo la empresa más discreta del mundo. Porque no depende solo de las acciones de esta, sino de la interacción de las personas que entran y salen de ella cada día: Sus empleados.
- Por norma general tiene más impacto en las zonas más cercana a la empresa, aunque solo sea de forma visual.
Para las empresas parece poco oportuno seguir viviendo de espaldas a ese ecosistema que al fin y al cabo les pertenece.
Teniendo en cuenta lo anterior y enmarcando temporalmente a las empresas en un tiempo en el que producir impacto es tan fácil como que alguien haga un clic, en el momento y lugar adecuados, parece poco oportuno seguir viviendo de espaldas a ese ecosistema que al fin y al cabo les pertenece.
El protagonismo de las personas.
Es evidente que todas las empresas tienen un impacto con su entorno que tiene que ver directamente con su proceso fabril, en aquellas en las que su componente industrial tenga un mayor peso será mayor, en otros (por ejemplo, de servicios) será menor.
Sin dejar de lado lo que en el siglo pasado era el único impacto considerado por empresas y sociedad, el de proximidad. Hoy nos encontramos con otros que pueden generar tanto impacto como los de antaño, y que harán que el ecosistema en el que se encuentra la empresa sea hostil a su desarrollo o tremendamente favorable.
Los empleados, los miembros de la organización son los máximos responsables de que ese ecosistema sea benévolo, que responda a los estímulos de la empresa y le ayude a crecer y a crear riqueza. Pero como siempre y para que funcione, deberá crearse un ambiente en el que todos los implicados sientan que están en un entorno donde la máxima es “ganar-ganar”.
Así que podemos considerar estos 5 principios como muy básicos para que el ecosistema de una empresa sea tan rico y preciso como el de las grandes praderas del norte de la India[1].
- Utiliza la filosofía de la “Economía Circular”[2] a la hora de planificar tu plantilla y contratar. Haz saber en primer lugar a tu ecosistema de las necesidades de personal que tendrás (Reclutamiento Social). Contrata en tu entorno, si es posible, y trabaja codo con codo con la sociedad en el desarrollo de políticas inclusivas, dentro de la política de diversidad que por supuesto tienes desarrollada. Por supuesto no siembres tu ecosistema de “cadáveres laborales” después de contratos precarios.
- Celebra las salidas de la empresa, ayuda a que tu gente progrese en sus aspiraciones vitales y consiga sus sueños como si fuesen tuyos. Las personas te ofrecerán lo mejor de ellas mismas si saben que su futuro y el de la empresa coinciden, aunque en ocasiones sea fuera de esta.
- Crea un vinculo con la sociedad que te rodea, participa de la vida de las personas, aunque estás no hayan trabajado en tu empresa o no lo vayan a hacer nunca. Por cierto, no financies una paella gigante, mejor un programa de becas.
- Respeta el entorno. Da ejemplo en todos los sentidos, sobre todo en aquellos que hoy en día son más delicados: Reciclaje, limpieza, ruidos, etc.
Y el último y más importante: Esto vale dinero, pero no mucho dinero, no cantidades que harán temblar la cuenta de resultados. Necesitas poner la cantidad justa que hará que después de cada época de lluvia la hierba vuelva a crecer como en las grandes praderas del norte de la India.
[1] Recomendable ver el documental sobre las praderas producido por National Geographic (2011).
[2] La economía circular es definida como un nuevo sistema económico y social que tiene como objetivo “la producción de bienes y servicios al tiempo que reduce el consumo y el desperdicio de materias primas, agua y fuentes de energía” según la Fundación para la Economía Circular.
