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Formación Online, palanca del cambio digital en la empresa.

No crean ustedes que van a cambiar muchas cosas después de que la situación excepcional que vivimos remita, solo cambiará aquello que tenga una repercusión aceptable en la cuenta de resultados a corto plazo. El resto será fruto de la curiosidad, del cuidado de la salud o de la aceptación de nuevas costumbres que nos hagan más llevadero nuestro trabajo.

Esta semana asistía a una reunión online con 7 personas más, fue rápida, eficaz, técnicamente impecable y con una conclusión por parte de la organización: “Creo que para juntaros a todos/as y coordinarnos esta es la mejor opción, vamos a seguir con este formato”.

El formato aludido existía hace varios meses (años) atrás, incluso es posible que una variante de este lo hayan usado algunos de los asistentes a la reunión, para hablar con sus hijos/as en sus estancias de Erasmus por Europa.

Un gran número de empleados han sufrido una inmersión digital forzosa en un corto periodo de tiempo. Nos han sumergido en agua helada y nos han dicho que era bueno para nuestra salud.

Algunos han salido fortalecidos del sorprendente baño, como los deportistas de élite que mejoran su tono muscular con esta práctica. Otros más bien escaldados, recelosos o incluso cabreados, deseando no volver a pasar por tan desagradable experiencia.

Los cambios en las organizaciones no pueden ser radicales, y menos aún si se deja entrever que existe la posibilidad de volver a lo anterior, como denota el uso del término “nueva normalidad”. Nada puede ser nuevo si está previsto dentro de lo normal, habitual u ordinario, inmerso en las formas fijadas de antemano.

Pero se ha encendido una pequeña luz en la normalidad de las empresas, como se encendió en la cabeza de la organizadora de la reunión a la que aludía al principio del post: Desplazar a 8 personas al centro de una cuidad para una reunión de 40 minutos, representa un coste tan elevado que la solución online es maravillosa. Este razonamiento no tiene nada de “nuevo”, pero si de normal. Así que puede pasar a ser parte de la “nueva normalidad”.

¡Ya he entendido el concepto!

Pues lo mismo con la formación. La inmersión digital acelerada de los empleados en estas semanas nos da una ventaja que antes no teníamos, la posibilidad de encender una pequeña luz en las cabezas de todos, con la que podamos iluminar la posibilidad de ofrecer un entorno digital, personalizado, conectado y compartido, donde se pueda aprender y mejorar profesionalmente sin la necesidad de desplazar a 12 personas a un aula, donde casi nadie quiere estar.

Pero no pretendamos hacerlo volviendo a la “normalidad”, recordar que debe ser “nueva”, sino no vale, no funcionará.

La “nueva normalidad” en la formación debe pasar por:

  • Aprovechar la luz. El impulso de los empleados cuya inmersión digital acelerada ha sido positiva. Esta es la palanca.

  • Entender que no es lo mismo. Los entornos digitales de formación no tienen nada que ver con la formación presencial.

  • Encontrar ideas originales, nuevas. No nos empeñemos en replicar los contenidos antiguos en un aula online. Para ese contenido no son necesarias estas nuevas alforjas.

  • Extraer conclusiones inmediatas. La formación online debe proporcionar resultados inmediatos a la empresa y al empleado. Si haces algo que sea para obtener algo, sino mejor ni lo plantees.

  • Exprimir al máximo todas las oportunidades que nos proporciona la tecnología. Lo que no significa tener que usar la última moda en conexión o formato, sino más bien en entender de que estamos hablando. 

La formación online no tiene que ser estándar, ni enlatada. No se puede componer de contenidos que se consumen como churros y que no dejan más poso que el de un vídeo más o menos bien hecho, cuyo resultado depende al 100% del receptor, porque se supone que el emisor ya hizo todo su esfuerzo cuando lo grabó.

La clave está en colaborar con profesionales que entiendan qué significa aprender en un entorno digital.

No te conformes con contenidos estándar a los que pueden acceder los empleados cuando quieran, debes buscar la implicación del formato virtual con el aprendizaje y el resultado.

La clave de la formación online es que el protagonista ya no es el formador, sino el formado.

La formación online o virtual o como queramos llamarla, no se diferencia de la presencial por el único e irrefutable hecho de que los actores están en el mismo lugar al mismo tiempo, eso es lo de menos.

La verdadera diferencia estriba en que el protagonista ya no es el formador, sino el formado. No nos sentamos alrededor del maestro para escucharle. Es el formador el que nos debe envolver, guiar y acompañar en un proceso de aprendizaje activo que tiene resultados personales inmediatos.

¿Te atreves a cambiar?