Si volvemos la vista atrás y miramos desde 2009 hasta este momento observaremos en nuestro entorno situaciones límite de las que algunos han salido y otros (la mayoría) lo están intentando una y otra vez, sin dejar de pensar en los que no lo han conseguido. Con un denominador común que todos/as tenemos ya muy claro: una minoría siempre sale bien parada, no importa de donde venga la explosión (nunca mejor usada la palabra), una burbuja inmobiliaria, una pandemia mundial, un volcán o de cañones puestos al servicio de un autócrata.
Hemos sido testigo, en los últimos 14 años, de la banalización del empleo con los despidos masivo ocurridos al final de la primera década de este siglo, de la preocupación por la salud de los empleados de hace tan solo dos años, a la salida de empresas de Rusia por motivos de imagen corporativa.
Si analizamos estos movimientos de forma conjunta observamos que el punto de unión son los empleados, bien porque sirvieron para reducir los costes en momentos difíciles, o porque se necesitó salvaguardar su salud para no tener que parar la actividad o porque como consumidores no podemos tolerar empresas que negocien con países invasores (sin preocuparnos los miles de despidos producidos por los cierres).
Llega el momento de “humanizar las empresas”, todo lo vivido nos debe servir como sociedad para mejorar y avanzar en aquello que permita hacer que nuestros entornos sean cada vez mejores. Los empleados no pueden ser moneda de cambio o instrumento de imagen de las empresas, todo lo descrito solo hace que refrendar esa famosa frase heredada del siglo pasado: “Los empleados son lo más importante, deben ser el centro.”, y que desgraciadamente nunca se ha puesto en práctica.
¿Por qué ahora debemos humanizar las empresas?
Se escribe, se estudia y se postula como teoría la humanización de las empresas desde hace décadas, pero su puesta en práctica ha sido mas bien limitada, en cualquier caso, solo en algunos aspectos muy concretos. No podemos pasar por alto los cambios en las organizaciones de los últimos años y las tendencias que han ido poniendo cada vez más cerca al empleado del centro del negocio, o al menos intentando que su participación en la vida de la empresa tuviese más protagonismo.
Pero se ha visto que tal vez eso no sea suficiente o algunos incluso le llamen maquillaje para esconder el verdadero objetivo: conseguir una mayor productividad con pequeños cambios o espejismos. Un ejemplo, la empresa tecnológica norteamericana Dropbox ha decidido cambiar su estrategia de trabajo como consecuencia de la pandemia, ha cerrado sus oficinas y favorece el trabajo en remoto. Esta medida ha provocado el cierre de muchos de los servicios que disfrutaban los empleados, como un restaurante donde cocinaban los mejores chefs con estrellas Michelin. Algunos empleados se han mostrado descontentos con la nueva política, incluso se han marchado. La pregunta que surge es: ¿Por qué se consideraron en su momento adecuadas esos beneficios para los empleados? ¿Cuál era el objetivo? ¿Por qué ahora ya no son adecuadas? Lo cierto es que estas preguntas no se responden pensando en los empleados, sino en los resultados de la empresa.
Y este ejemplo/reflexión nos da el pie para determinar que el tiempo ha llegado. Es el momento adecuado para iniciar un cambio progresivo que lleve a las empresas a considerar la humanización como un objetivo real. Es el momento de dejar los experimentos de los últimos diez años y empezar en serio. Desmontemos los toboganes, los billares, los futbolines y pensemos en los empleados.
Porque ya lo hemos hecho, con la ayuda de una pandemia ¡Si! Pero lo hemos hecho. Las empresas han tenido que pensar en una plantilla sana, que pudiese trabajar con garantías, incluso desde casa. Han pensado en la salud de su gente. Algo impensable en algunas empresas hace dos años. Es el momento de tomar esa inercia y no dejarla perder, nos puede dar el impulso necesario. Ya sabes: la energía no se crea ni se destruye, solo se transforma.
¿Cómo humanizar las empresas?
Una definición más o menos académica de este concepto nos diría que.
Humanizar las empresas consiste en poner al empleado en el centro de toda acción, política y decisión, con el objetivo de crear un ambiente en el que se cuide su salud física y emocional, se fomente el crecimiento individual y grupal. Ayudando a crear un propósito para cada empleado que de sentido a su trabajo, así como a la existencia de la empresa en si misma.
Es muy ambicioso, y ni empresas, ni empleados están preparados para llegar al fin último de está definición. Pero tampoco es necesario, lo importante es marcar el camino e ir avanzando poco a poco, de forma que empleados, empresarios, socios y directivos vayan tomando conciencia de su significado real.
Aprovechando la inercia de la que hablábamos antes y que muchas empresas pueden llegar a perder, podrían marcarse objetivos concretos para poner en marcha en una primera fase y así ir cambiando la cultura de la empresa ¿Qué os parecen estas cuatro?
#1 – CONSOLIDAR EL PROCESO DE VIGILANCIA DE LA SALUD DE LOS EMPLEADOS.
Tomemos todo lo aprendido durante la pandemia y dejemos que se consoliden todas las buenas prácticas que han sido útiles y que sin duda lo seguirán siendo. No pienses mucho, solo mira a tu alrededor y pregunta antes de desmontar.
Mejorar los protocolos de salud y su comunicación, crear entornos seguros en todos los aspectos. Invertir en mejores instalaciones, luz, sonido, equipamiento, etc.
#2 – DECIDIR SOBRE EL TRABAJO EN REMOTO.
Abrir un proceso de reflexión sobre el trabajo en remoto, sus posibilidades, sus ventajas e inconvenientes para cada uno (esto no es café para todos/as). No dejar pasar la oportunidad de implantar planes de trabajo que permitan a los empleados conciliar en algunos momentos de su vida. No es bueno moverse en este aspecto entre el todo y el nada, hay muchas combinaciones intermedias que pueden favorecer a todos.
#3 – ESTABLECER UN SISTEMA DE COMUNICACIÓN Y PARTICIPACIÓN.
Están de moda las redes sociales, aprovechemos esta situación para crear entornos abiertos de comunicación en los que los empleados puedan opinar, compartir y aprender. Tomar el pulso de la organización en cada momento es una buena decisión que ayudará a la organización a aprender poco a poco.
#4 – REVISAR EL SISTEMA DE RETRIBUCIÓN.
No tener miedo a las grandes decisiones o a las más problemáticas. Analizar la política de retribución de la empresa con el objetivo de crear a medio plazo un sistema más justo, sin discriminaciones de ningún tipo. Un sistema que a su vez sea transparente, que ayudará a captar nuevo talento.
Existen más iniciativas para poner en marcha la humanización de las empresas, pero es necesario empezar cuanto antes y con los objetivos claros ¿Te atreves a cambiar?