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“Dulce Crisis”

Este pequeño relato pertenece al libro “Dulce Crisis” (2016, Ed. Sargantana), y aunque hayan pasado unos años desde ese tiempo que relata su protagonista, parece que nos empeñemos en repetir una y otra vez las mismas escenas. Es como una obra de teatro de éxito que pasa años y años de gira por el país y que cada temporada que llega a tu ciudad te acercas a disfrutar de ella. Tal vez cambian los actores, pero te suenan los textos.

Lo lees y luego pensamos…

“Dulce seguía todos los días el mismo camino. Desde su pequeño trozo de libertad hasta su destino no había más de 20 minutos andando. El paso ligero, para no llegar tarde. Cuando entraba en el comedor social, se acercaba al mostrador, saludaba inclinando ligeramente la cabeza y tomaba su mandil colgado detrás de la puerta de la cocina, escrupulosamente lavado por la señora Lucrecia, que se encargaba de la pequeña lavandería del centro.

Las dos horas de servicio en el comedor eran para ella un alivio, un espacio para sentirse bien, para abandonar sus pensamientos recurrentes, sus pesadillas presentes. Un ejército de platos sostenidos por manos temblorosas desfilaba ante ella todos los días, unas manos que pedían dignidad, manos que intentaba no mirar. No levantar la cabeza ni un solo instante era una de sus obsesionas. La otra, rezar mientras llenaba los cuencos de los demás, para que ese día sobrase algo de comida y tener no que volver sin probar bocado.

De regreso a su hogar los pensamientos le comían el camino. Como una penitencia, los recuerdos se agolpaban en su memoria. Sus años de directora de personal, su familia, sus amigos, sus compañeros de trabajo… desfilando por delante de ella con la mano extendida, con el plato vacío, pidiendo dignidad.

Se paraba delante de un quiosco que como un faro aparecía en medio de su camino. Ramón le dejaba ojear la prensa y las revistas, hasta que cruzaban sus miradas y una sonrisa. Le guardaba cajas de cartón nuevas y le regalaba las pilas para su pequeño aparato de radio, su única conexión con el resto del mundo.

Cuando llegaba a su espacio, acomodaba las mantas sobre los cartones nuevos, reponiendo los trazos rotos por el tiempo, tomaba la radio, le ponía las pilas y sintonizaba las noticias. Estaba agradecida. Dulce crisis.”


De forma anónima y callada, muchas personas están sufriendo algo que ellos no imaginaban, aún así ayudan y son ayudadas. No importa cómo llegaron, lo que importa es que están.

Cómo afectan las crisis al empleo.

La implicación de las empresas y sus empleados en las crisis siempre viene influida por como les afecta. En 2009, cuando Dulce vivió la que relata en su novela, los más perjudicados fueron los miles y miles de trabajadores despedidos. Siendo también acusados de ser los responsables de aquel desaguisado: Habían vivido por encima de sus posibilidades.

En 2020 la pandemia puso el foco en el mismo lugar, los empleados. Pero esta vez porque su salud hacia peligrar la continuidad de la producción, la vida de las empresas dependía de que su gente no enfermara. Las medidas tomadas fueron otras.

Se pone en primer plano la posibilidad de encontrar un propósito que aclare a la sociedad la existencia de una empresa, no solo por sus productos o servicios, también por su relación y los beneficios que puede proporcionar en el ecosistema al que pertenece.

¿Un cambio de paradigma? Seguro que lo estudiaremos dentro de unos años desde otra perspectiva.

En 2022 el precio de la energía y una guerra en Europa cambian de nuevo el ecosistema laboral de muchas personas. Nada de lo que ocurre es consecuencia de sus actos, como no lo fue la burbuja inmobiliaria o la pandemia, pero sus empleos se ven amenazados.

¿Volvemos a empezar? Estamos de nuevo en la casilla de salida de un juego que nos regalaron en 2009, la diferencia es que parece que han cambiado las reglas. Ya no se juega como hace 12 años, ahora solo puedes tirar una vez los dados y si no sale lo que ellos quieren pierdes el turno.

Como cuenta Dulce en su novela, siempre hay esperanza: “una luz al final del túnel” (frase que se hice famosa en la crisis de 2009). Ella salió adelante, no estoy contando el final de la novela, más bien lo que ocurrirá si ponemos todo nuestro empeño en conseguirlo.

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