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3 competencias digitales que nunca pensaste que lo fuesen

Cuando hablamos de competencias digitales nos centramos solo en aquellos conceptos que están relacionados directamente con la tecnología. Pensamos en aptitudes que acercan a los profesionales al uso idóneo y efectivo de las herramientas digitales, sin pensar que tal vez esas habilidades no servirán de nada si no disponemos de las competencias más básicas que comparten desde un buen líder, hasta un miembro de su equipo.

No compliquemos las cosas, lo sencillo en más fácil, lo simple nos lleva a alcanzar pequeñas metas que nos hacen más fuertes poco a poco. Pretendemos ser “súper-profesionales” que dominan todas las herramientas digitales que existen, parece que decir que no conoces algo es como estar fuera de juego. 

En estos momentos es casi necesario conocer todas las plataformas de vídeo llamadas que existen… sin saber lo esencial sobre cómo comportarse o compartir con ellas… ¿Te sientes cómoda cuando alguien en una sesión está con la cámara apagada?

No vamos a hablar de compartimientos en las vídeo reuniones o en las clases online, es más interesante comentar las competencias básicas que están encuadradas en la categoría “Social y ciudadana”, y que son en muchas ocasiones más importantes y determinantes en el uso de la tecnología. 

Humildad.

El uso correcto de la tecnología requiere del conocimiento de las propias limitaciones y debilidades, para obrar de acuerdo con este conocimiento. 

No puedes liderar o pertenecer a un equipo de trabajo sin el grado de humildad adecuado que te permita dejar de lado la arrogancia de creerte el único capaz de usar de forma correcta una determinada herramienta digital. Los problemas generados en el mundo digital, los enredos y malentendidos tienen más repercusión y son más dañinos en el mundo digital. 

El entorno digital requiere de profesionales participativos, que reconozcan los méritos de los demás y que no busquen el reconocimiento continuo. En el entorno digital, conseguir atención y participación es fundamental. Aquellos que se dedican a limitar esto no sirven. 

Empatía.

Y la humildad no tendrá sentido sin la empatía, sin la escucha y la observación del otro en un entorno en el que la relación, en ocasiones, se produce en la distancia.

El respeto y la neutralidad por el resto de los miembros del equipo que trabajan contigo aportando desde diferentes lugares: Delegar y confiar. El entorno digital necesita de profesionales que se pongan en el lugar del otro y sean capaces de conocer sus necesidades, que acompañen y no empujen. 

Todo el mundo no se desenvuelve de la misma forma en el mundo tecnológico, el tacto con estos compañeros de equipo es fundamental para evitar su aislamiento. Y cuando este se produce, dejan de aportar en un entorno rápido y cambiante donde nadie se dará cuenta de ese pequeño detalle. Grande para quien lo sufre.

Acción.

El entorno digital necesita de profesionales que tengan hambre de aprender, de actualizarse en cada momento, de conseguir cosas, trabajar y construir de forma constante. 

La acción caracteriza estos entornos, no por ello deben ser vertiginosos o caóticos, todo lo contrario. En estos entornos debe reinar el orden y la disciplina de todos y cada uno de los miembros de un equipo, de lo contrario, la lógica por la que se rigen sus herramientas será una carga muy pesada.

La acción no debe ser para beneficio propio, se debe pensar en el grupo. Un ejemplo, el aprendizaje en entornos digitales siempre debe ser compartido, no tiene ningún sentido que te guardes lo que conoces. Si lo compartes haces más fuerte al equipo y te conviertes en referente. 

No busques más herramientas, la combinación es casi perfecta: Humildad, empatía y acción. Claves para hacer funcionar los entornos de trabajo digitales.